Vivía en Bagdad un comerciante llamado Zaguir.
Hombre culto y juicioso, tenía un joven sirviente, Ahmed, a
quien apreciaba mucho.
Un día, mientras Ahmed paseaba por el mercado de
tenderete en tenderete, se encontró con la Muerte que le
miraba con una mueca extraña. Asustado, echó a correr y no
se detuvo hasta llegar a casa. Una vez allí le contó a su señor
lo ocurrido y le pidió un caballo diciendo que se iría a
Samarra, donde tenia unos parientes, para de ese modo
escapar de la Muerte.
Zaguir no tuvo inconveniente en prestarle el caballo
más veloz de su cuadra y se despidió diciéndole que si
forzaba un poco la montura podría llegar a Samarra esa
misma noche.
Cuando Ahmed se hubo marchado, Zaguir se dirigió al
mercado y al poco rato encontró a la muerte paseando por
los bazares.
"¿Por qué has asustado a mi sirviente? -preguntó a la
Muerte-. Tarde o temprano te lo vas a llevar, déjalo tranquilo
mientras tanto". "No era mi intención asustarlo -se excusó ella-,
pero no pude ocultar la sorpresa que me causó verlo aquí,
pues esta noche tengo una cita con él en Samarra".
“ La única forma de vencer a la muerte, se da a través del duelo y es
ese penoso proceso de preocupación por la persona que ha fallecido,
ese duro trabajo de aflicción, esa tarea de recordar y mantener la
imagen del que se ha ido, de rever su propia vida y la propia relación
con él, para poder superar la existencia de su pérdida.”
Cadden, 1964
Animarle a expresar lo que siente
Aunque no siempre las expresen, los niños viven emociones intensas tras
la pérdida de una persona amada. Si perciben que estos sentimientos
(rabia, miedo, tristeza…) son aceptados por su familia, los expresarán
más fácilmente, y esto les ayudará a vivir de manera más adecuada la
separación. Frases como: "no llores", "no estés triste", "tienes que ser
valiente", "no está bien enfadarse así", "tienes que ser razonable y
portarte como un grande", pueden cortar la libre expresión de
emociones e impiden que el niño se desahogue.
Tener en cuenta que su manera de expresar el sufrimiento por la
pérdida, no suele ser un estado de tristeza y abatimiento como el de los
adultos. Es más frecuente apreciar cambios en el carácter, cambios
frecuentes de humor, disminución del rendimiento escolar, alteraciones
en la alimentación y el sueño… .
Nuestros alumnos están expuestos a muchos peligros que ellos mismos no se dan cuenta...
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